Los problemas mentales siguen siendo una de las grandes preocupaciones en salud pública, sobre todo ahora que se intensificaron con el Covid-19 y están requiriendo la atención urgente no solo del sistema de salud, sino de todos los sectores e instituciones del país.
La pandemia del covid-19 agudizó diversos fenómenos sociales en Colombia, entre ellos los problemas de salud mental que se convirtieron en una de las principales preocupaciones en materia de salud pública y hoy, más que nunca, requieren una atención integral que vaya más allá de los tratamientos médicos, así como una articulación intersectorial e interinstitucional.
Así lo dieron a conocer expertos del sector salud y autoridades gubernamentales durante un conversatorio organizado por la Cámara de Comercio Colombo Americana, AmCham Colombia con el apoyo de BIIB Colombia, Janssen y Pfizer, en el que se discutieron los principales avances y desafíos en la implementación de la política pública de salud mental en el país.
Y es que, de acuerdo con la subdirectora de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud, Nubia Bautista, la Encuesta Nacional de Salud Mental de 2015, desarrollada previa a la pandemia, evidenció que casi la mitad de los niños colombianos tienen indicios de algún problema mental, particularmente, relacionados con el aprendizaje y la ansiedad. En este sentido, para Jorge Eslava, presidente de la Asociación Colombiana de Neurociencias, la llegada del covid-19 impacto aún más la salud mental de la niñez, por lo que hizo un llamado sobre la importancia de su regreso a la escuela, argumentando que mantener esta población en confinamiento no garantiza su protección del contagio y, por el contrario, puede afectarla de diversas maneras, incluido el ámbito mental.
“Más allá de la depresión, la ansiedad y todos los diagnósticos que existen, desde el punto de vista humano no está bien encerrar a los niños, ellos necesitan socializar. De ahí que, es responsabilidad de todos, no solo de las autoridades de salud y las políticas públicas, garantizar que la salida de la pandemia sea lo más temprana y provechosa posible para nuestros niños”, aseguró Eslava.
En el caso de los adolescentes y adultos, la encuesta realizada por el Ministerio de Salud evidenció que, “aunque las prevalencias de problemas mentales disminuyen un poco, aparecen lo que serán los grandes problemas y trastornos prevalentes en nuestro país que son la depresión, la ansiedad y el consumo de alcohol”, explicó la subdirectora de Enfermedades No Transmisibles.
La funcionaria enfatizó que la pandemia intensificó muchas problemáticas que ya venían ocurriendo, entre ellas distintas formas de violencia al interior del hogar y el aumento de las desigualdades sociales que repercuten en una mayor probabilidad de depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y consumo de sustancias psicoactivas, particularmente, en personas que ya tenían un trastorno mental previo o en quienes han tenido duelos difíciles.
Avances y retos de las políticas de salud pública
Para hacer frente a este panorama, según Bautista, se creó la Política Nacional de Salud Mental y la Política Integral de Prevención y Atención al Consumo de Sustancias Psicoactivas que constituyen la orientación estratégica que tiene hoy el país en materia de problemas y trastornos mentales, consumo de sustancias psicoactivas, suicidio, violencia y convivencia social, y epilepsia.
“Uno de los avances que ha tenido la implementación de estas políticas es que hemos logrado que se priorice la salud mental en la agenda social, pero necesitamos que ese interés se traduzca en una mayor asignación de recursos para la salud y otros sectores, donde las alianzas público-privadas juegan un rol importante; avanzar de una manera más contundente en la articulación intersectorial local; y mejorar los servicios de salud, cualificando además el acceso a la telemedicina”, expresó Bautista.
Carlos José Parales, PhD en Psicología Social y Magíster en Salud Pública, coincidió en que para prevenir los problemas de salud mental en Colombia y darles un manejo más eficaz, en primera medida, se requiere un compromiso político muy fuerte para darle un manejo intersectorial que, además de la salud, incluya a muchos otros sectores de la economía.
“Lo segundo es que hay un cambio en las concepciones de salud mental, puesto que se está dando una transición de esos modelos biomédicos a modelos de determinación social, por lo tanto, las políticas públicas deberían fundamentarse e implementarse basadas mucho más en esos determinantes sociales”, señaló Parales.
Bogotá le apuesta a su propio modelo de atención mental
En cuanto al rol que ha jugado la telemedicina, el Secretario de Salud de Bogotá, Alejandro Gómez, concordó con Bautista en que, si bien, la telesalud y la teleasistencia representaron un papel extraordinario en medio de los confinamientos derivados de la pandemia, no pueden ser ahora la única respuesta y menos en una ciudad como Bogotá.
“La telemedicina tiene un papel fundamental en las zonas más dispersas de nuestro país, pero para las ciudades es fundamental el valor terapéutico de la relación médico-paciente, por ello, tenemos que revisar qué le vamos a dejar a la teleasistencia y qué tendría que garantizarse de manera presencial. Por eso, en nuestro Plan de Ordenamiento Territorial estamos haciendo una apuesta muy grande por construir más infraestructura en salud porque a punta de computadores y campañas a través de teleasistencia no podemos solucionar los problemas de la población”, indicó Gómez.
El Secretario de Salud agregó que otra estrategia que se adelanta en la Capital es la reanudación de la atención prehospitalaria en salud mental. “Hoy contamos con diez unidades en nuestra ciudad que trabajan 24 horas al día y siete días a la semana solamente para atender la salud mental como fenómeno de urgencia”.
Además, a partir de ese año, se implementará un modelo territorial de salud que contará con más de 150 equipos que estarán haciendo barridos territoriales para llegar a los hogares de personas en sitios priorizados de la ciudad. “Este modelo contará con un talento humano capacitado no solo para hacer detección del riesgo sino intervención del mismo, lo que nos permitirá hacer diagnósticos de la mano con la comunidad e intervenciones diferenciales de acuerdo a las condiciones que encontremos”, puntualizó Gómez.
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