Según las estadísticas de la OMC, el volumen del comercio de mercancías se redujo a un ritmo del 3% interanual en el primer trimestre. Las estimaciones iniciales para el segundo trimestre, durante el cual el virus y las medidas de confinamiento conexas afectaron a gran parte de la población mundial, apuntan a una reducción interanual del 18,5%, aproximadamente.
Esa reducción alcanza niveles históricos, pero podría haber sido mucho peor. En la previsión comercial anual publicada por la OMC el 20 de abril se tenía en cuenta el considerable grado de incertidumbre respecto de la gravedad y el impacto económico de la pandemia y se describían dos posibles tendencias: una situación hipotética relativamente optimista en la que el volumen del comercio mundial de mercancías se contraería en el 13% en 2020, y una situación hipotética pesimista en la que el comercio mundial se reduciría en el 32%.
Con arreglo a la situación actual, bastará con que el comercio crezca en el 2,5% por trimestre durante el resto del año para que se cumpla la proyección optimista. Sin embargo, de cara a 2021, una evolución desfavorable, con inclusión de una segunda oleada de brotes de la COVID-19, un crecimiento económico más débil de lo previsto o un recurso generalizado a las restricciones comerciales, podrían hacer que la expansión del comercio fuese menor de lo estimado en proyecciones anteriores.
Baja histórica
"El desplome del comercio al que asistimos actualmente alcanza niveles históricos; de hecho, es el más pronunciado de que tenemos constancia. Pero hay un importante lado positivo en este fenómeno, y es que podría haber sido mucho peor", ha afirmado el Director General Roberto Azevêdo. "Esta noticia es, sin duda, positiva, pero no podemos permitirnos el lujo de caer en la complacencia. Las decisiones de política han sido decisivas para amortiguar el impacto sufrido por la producción y el comercio, y esas decisiones seguirán siendo importantes para determinar el ritmo de la recuperación económica. Para que la producción y el comercio se recuperen con fuerza en 2021, las políticas fiscal, monetaria y comercial deberán mantener su empuje conjunto en la misma dirección".
Habida cuenta de los datos comerciales disponibles para el segundo trimestre, la situación hipotética pesimista prevista en abril, que auguraba costos sanitarios y económicos incluso mayores que los finalmente resultantes, parece menos probable, ya que se basaba en descensos más acusados en los trimestres primero y segundo.
La pandemia de COVID-19 y los correspondientes esfuerzos de contención se intensificaron en la segunda quincena de marzo. En la mayoría de los países se aplicaron durante abril y mayo estrictas medidas de distanciamiento social y restricciones a los viajes y al transporte, pero esas medidas están siendo cada vez menos rigurosas.
Esa evolución se refleja en diversos indicadores económicos que, considerados conjuntamente, apuntan a un posible inicio de la recuperación del comercio en el segundo trimestre de 2020. Los vuelos comerciales mundiales, que representan un volumen sustancial del transporte aéreo internacional de cargas, se redujeron en casi tres cuartas partes (-74%) entre el 5 de enero y el 18 de abril, y volvieron a aumentar desde entonces hasta mediados de junio en el 58%.
Asimismo, el tráfico portuario de contenedores parece haberse recuperado parcialmente en junio respecto de sus niveles de mayo.
Al mismo tiempo, los índices de nuevos pedidos de exportación derivados de los índices de gestores de compras empezaron también a recuperarse en mayo, tras haber registrado un descenso sin precedentes en abril.
Conviene tener presente que esas recuperaciones se producen a partir de descensos nunca o casi nunca registrados anteriormente, y deberán vigilarse atentamente antes de sacar conclusiones definitivas sobre la recuperación.
Perspectivas
De cara al próximo año, un ritmo de recuperación económica más lento de lo previsto influiría en el crecimiento del comercio. Esta posibilidad, que reflejaría un crecimiento para 2021 cercano al 5%, todavía considerablemente inferior a la trayectoria anterior a la pandemia.
En cambio, el retorno rápido a su trayectoria anterior a la pandemia supondría un crecimiento del comercio aproximadamente del 20% en 2021, acorde con la situación hipotética optimista de las previsiones de abril. Las decisiones de política monetaria, fiscal y comercial serán importantes para determinar el ritmo de la recuperación.
Las perspectivas de la economía mundial para los dos próximos años siguen siendo muy inciertas. Así lo refleja la horquilla de estimaciones de otras organizaciones internacionales, que, en algunos casos, se basan en múltiples situaciones hipotéticas.
El Banco Mundial, la OCDE y el FMI han publicado previsiones que muestran una considerable desaceleración del comercio y del PIB mundiales; en líneas generales, todas coinciden con las previsiones de la OMC para el año en curso. Según las recientes previsiones del Banco Mundial, la producción mundial disminuirá un 5,2% en 2020, cifra que se sitúa entre las horquillas optimista y pesimista de la OMC.
Las previsiones de otras organizaciones internacionales respecto al PIB en 2020 también son cada vez más negativas, aun cuando sus proyecciones comerciales se aproximan a la situación hipotética optimista de la OMC. Estas estimaciones parten del supuesto de una respuesta comercial a la reducción del crecimiento del PIB menos negativa que la observada durante la crisis financiera mundial de 2008-2009.
La sensibilidad del comercio frente a los cambios experimentados en los ingresos se puede medir por la relación entre el crecimiento de los volúmenes de comercio de mercancías y el crecimiento del PIB real a tipos de cambio del mercado, también denominada "elasticidad del comercio con respecto al ingreso".
La elasticidad presupuesta en la previsión optimista de la OMC para 2020 era de 5,3, una cifra semejante a la observada durante la crisis financiera. En cambio, si el PIB mundial sufre la contracción del 5,2% estimada por el Banco Mundial, con una disminución del comercio del 13,4%, la elasticidad sería tan solo de 2,6. Una cifra menor de elasticidad significa que el comercio resiste mejor frente a una caída de ingresos.
Existen varias razones por las que el comercio puede ser ahora menos sensible a los cambios del PIB que durante la crisis financiera anterior. En primer lugar, se puede decir que en la crisis actual se han adoptado políticas fiscales y monetarias con más celeridad y a mayor escala que en 2008‑2009.
En las situaciones hipotéticas previstas por la OMC no se trató de reflejar ninguna respuesta de política de este tipo, ya que, en ese momento, apenas se estaban empezando a adoptar.
En segundo lugar, la ayuda a los ingresos de los hogares y las expectativas de que, a la larga, la pandemia se debilitaría, pueden haber alentado a los consumidores a mantener los niveles de consumo en un nivel más elevado de lo previsto.
Por último, una gran parte de la disminución de la producción se ha concentrado en los servicios no comercializables, tales como los servicios de hostelería, servicios personales y de esparcimiento, cuyo componente de importaciones suele ser mucho menor que el de las manufacturas.
Aunque la compra de bienes de consumo duraderos, tales como los automóviles, sufrió una fuerte caída al inicio de la crisis, otros sectores económicos han dado indicios de resiliencia en las últimas semanas. Hasta el momento, las ventas de aparatos electrónicos de consumo han resistido mejor de lo que cabía prever, lo que ha sostenido el comercio internacional de estos productos.
Por ejemplo, según las estadísticas aduaneras de China, sus exportaciones de máquinas automáticas para tratamiento de información, incluidos los ordenadores, registraron en abril un incremento interanual del 30% en dólares de los Estados Unidos.
Asimismo, hay datos puntuales que indican una fuerte demanda de servicios informáticos y de tecnología de la información, que han facilitado el trabajo desde casa durante la crisis.
Las ventas de automóviles también se han recuperado, si bien hay que reconocer que habían caído a cifras extremadamente bajas. Por ejemplo, en mayo, las ventas de automóviles en China registraron un aumento del 5% interanual, tras una disminución del 79% en febrero.
Ese mismo mes, en Europa Occidental y en los Estados Unidos, las ventas de automóviles seguían siendo muy bajas en comparación con el año pasado, pero la disminución fue menor que el mes anterior.
El aumento de la compra de bienes de consumo duraderos podría verse como un punto de referencia respecto a la recuperación de la confianza por parte de los consumidores, a medida que se levanta el confinamiento y que las economías empiezan a reactivarse. Por lo tanto, se vigilará de cerca en los próximos meses.
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