La Reforma Tributaria. Ley 1943 de 2018 no era la que necesitaba el país para tener tranquilidad fiscal durante el periodo 2019-2022, sostuvo un análisis de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF.
El centro de estudios consideró que el país seguirá a la deriva fiscal por cuenta de la “tragedia de los comunes” (todos quieren más gasto, pero nadie aporta los recursos adicionales para ello).
Aunque tiene aspectos positivo e importantes para las finanzas nacionales, estos no llenarán el vacío fiscal que existe en la economía colombiana, concluye el estudio
La Administración Duque ahora tiene la compleja tarea de mostrar “creatividad” a la hora de explicarles a los mercados internacionales cómo es que habrá de honrarse la Regla Fiscal que postula una reducción del déficit fiscal del 3.1% del PIB en 2018 hacia un 2.4% en 2019 y hacia el 1.4% en 2022, señala el reporte
Las calificadoras de riesgo ya han advertido que no quieren ver otro episodio de “tiro al blanco fiscal con el objetivo movible”, lo que quieren ver es cómo se obtiene un superávit primario del 1% del PIB por año para evitar que el consolidado de la deuda pública de Colombia pronto desborde el 60% del PIB (actualmente en el 56%.
Lo positivo
Progresividad tributaria en hogares, pero ella fue insuficiente al no haber incluido a la clase media-alta. En efecto, la técnica tributaria lleva años recomendando iniciar el gravamen de los ingresos, a tasas bajas del 1%-3%, a partir del ingreso de la clase media. Actualmente, ingresos por debajo de $5 millones/mes no pagan nada en Imporrenta y en la franja $10-$20 millones/mes su tasa efectiva es inferior al 10%.
La ley establece que se gravará a los cerca de 10.000 contribuyentes que reportan ingresos superiores a los $40 millones/mes. Además, retomó el Impuesto a la Riqueza, pero sólo para aquellos con activos netos superiores a los $5.000 millones y a tasas punitivas del 1% anual.
Fue positivo haber endurecido el pago de impuestos a dividendos distribuidos, elevando su tasa del 5%-10% al 15% y reduciendo su monto exento de $20 millones/año a los $10 millones/año, tal como lo recomendaba la Comisión Tributaria.
En este caso cabe aplaudir que se hayan taponado mecanismos de elusión que usaban las firmas para no reportarlos como distribuidos. Sin embargo, la reglamentación debe asegurarse de que se apliquen los mecanismos requeridos para evitar la llamada “doble tributación”. Pero, nuevamente, las expectativas de recaudo son más bien bajas (0.1% del PIB), dada la poca profundidad del mercado accionario en Colombia y el difícil ciclo por el que atraviesan las empresas listadas en el Colcap.
Otro de los puntos destacables fue haber incrementado los impuestos a la cerveza y a las gaseosas debe verse como un triunfo de la Administración Duque y de la sociedad civil que venía clamando por ese tipo de impuestos disuasivos al consumo de “vicios”. Tal como lo ha venido enfatizando Anif, la sociedad como un todo se ha venido anotando triunfos desde que se iniciara la lucha contra el tabaquismo-alcoholismo y ahora contra los llamados “consumos chatarra”.
Para ANIF también fue bueno modernizar la Dian también ha sido un elemento positivo de esta Ley, pero ello no dará frutos sino hacia el mediano plazo (3-4 años).
Allí se requiere entender bien el diagnóstico dado por la OCDE sobre cómo su personal debe duplicarse (hasta un total de unos 14.000 funcionarios), modernizarse y, sobre todo, cómo blindar su nueva administración contra la incidencia política, la cual ha sido la principal fuente de desgreño y corrupción . En el mejor de los casos cabría esperar una mejoría de eficiencia en el recaudo del +0.5% del PIB hacia 2022, si todo lo anterior se hace de forma diligente.
Negativo
La principal falla ha tenido que ver con la insostenibilidad fiscal que se estará generando por el drenaje de la tributación agregada.
En buena medida, ello ocurrió por haber insistido la Administración Duque en la falaz “confianza inversionista” de antaño (bajando la tributación empresarial), pero sin asegurar compensaciones adecuadas a través de la mayor cobertura del IVA al 19%.
La recomendación de Anif consistía en elevar las posiciones de IVA que estaban en el 0% y el 5% hacia el 19% de la tasa general, pero sin obsesionarse con el 30% de la canasta básica que estaba exenta.
Ello habría generado un adicional del +0.4% del PIB en materia de recaudo del IVA. Si esto se hubiera complementado con la progresividad a nivel de los hogares y con taponamiento de exenciones a las firmas, entonces se habría asegurado hacia el futuro una tributación adicional cercana al +1% del PIB.
Queda todavía por cuantificar la perforación tributaria generada a través de las “mega-inversiones”, la reducción de la retención en la fuente al capital offshore del 14% al 5% y las múltiples exenciones otorgadas a la llamada “economía naranja”.
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