América Latina recibirá casi 20% menos dinero por remesas enviadas desde EEUU y Europa durante 2020 como consecuencia de la pandemia de coronavirus. El dato es preocupante para varios países en los que el dinero enviado desde el exterior es vital y hasta supera a las inversiones extranjeras.
La pandemia de COVID-19 golpea doblemente a millones de inmigrantes en todo el mundo cuando, además de exponerlos a la muerte, tratamientos costosos o la pérdida de su empleo, provoca que sus familias en sus respectivos países de origen dejen de recibir remesas, una de las formas de sustento fundamentales en las economías de los países en desarrollo.
La relevancia que el envío de remesas tiene para la economía mundial es reconocida desde hace poco tiempo. Recién en 2018 la Asamblea de Naciones Unidas aprobó considerar cada 16 de junio como el Día Internacional de las Remesas Familiares, en honor a la contribución económica que 200 millones de trabajadores migrantes hacen en favor de 800 millones de familiares que aguardan esperanzados en sus países de origen. Dos años después de la creación de la fecha conmemorativa, la comunidad internacional se encuentra con un panorama inesperado: luego de que el mundo alcanzara un récord en el envío de remesas en 2019, la pandemia de 2020 asestó un golpe demoledor al movimiento de estos giros, poniendo en jaque la vida de millones de familias de bajos ingresos.
Según una previsión hecha por el Banco Mundial en abril, 2020 marcará una caída de 19,7% —equivalente a 110.000 millones de dólares— en el envío de remesas entre los 40 países considerados emisores y los 125 receptores, 60 de los cuales reciben anualmente por este concepto un 5% de su Producto Bruto Interno (PBI).
Un artículo del organismo financiero internacional da cuenta de que se trata de "la caída más abrupta de la historia reciente", motivada porque muchos de los trabajadores migrantes vieron disminuidos sus ingresos o directamente quedaron sin trabajo producto del coronavirus. Así, las remesas pasaron de la cifra récord de 554.000 millones de dólares en 2019, a la previsión de 445.000 millones en 2020.
Según el Banco Mundial, la caída será importante en todo el mundo pero se sentirá más en las regiones de Europa y Asia Central (27,5%) y los países de África al sur del Sahara (23,1%). En América Latina y el Caribe, se espera una caída del 19,3% con respecto al año anterior. A pesar de la incertidumbre en la que la pandemia sumió a la economía global, los analistas del Banco Mundial proyectan que, a la baja histórica de 2020, le seguirá un valioso repunte en 2021. Los dineros enviados hacia países en desarrollo no se recuperarán a valores de 2019 pero sí crecerán un 5,6%, totalizando 470.000 millones de dólares.
Esa tendencia, si se concreta, podría ser crucial para muchos países en desarrollo, dado que los expertos consideran que las remesas tienen la característica de ser contracíclicas. En efecto, cuando los países se encuentran en mayores problemas, el dinero enviado desde el exterior por sus emigrantes se vuelve más importante.
El fenómeno se expresa con claridad al tener en cuenta que, en la mayoría de los países de ingreso bajo y medio, los ingresos por concepto de remesas superan a la Inversión Extranjera Directa (IED). Con una caída de este tipo de inversiones proyectada en 35%, una recuperación de las remesas puede consolidarse como el principal motivo de ingreso de divisas a los países más desfavorecidos.
¿Quiénes reciben más remesas en América Latina? Cuando la paralización del planeta por culpa de una pandemia ni siquiera era imaginada, y acompañando la tendencia global de 2019, América Latina y el Caribe experimentaron un notable crecimiento en el monto recibido por remesas enviadas desde los países centrales, en especial EEUU y Europa.
En efecto, durante 2019 las remesas significaron un ingreso 7,4% mayor que en 2018, totalizando unos 96.000 millones de dólares. Los países que más recibieron fueron Brasil, Guatemala y Honduras, en los cuales el aumento con respecto al año anterior superó el 12%.
Colombia, Ecuador, Nicaragua y Panamá también se beneficiaron de un aumento de más del 6% en el dinero que llegó de sus migrantes en el exterior. En el extremo opuesto se ubicaron Bolivia y Paraguay, que recibieron 3,8% y 2,2% menos remesas, respectivamente.
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