Cuatro países, Argentina, Brasil, Chile y Colombia, encabezarían para la región las importaciones de los productos químicos y farmacéuticos provenientes de China.
La relocalización de la producción o el abastecimiento, o lo que se conoce como “nearshoring”, surge como una nueva estrategia competitiva y de oportunidades económicas y de inversión para el país. Así trascendió en un panel sobre este tema y las oportunidades para el país de cara a la pospandemia, en el marco de la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo, BID.
La relocalización podría constituirse en una alternativa de crecimiento para el país y la región, cuidando factores de sostenibilidad a escala global. Para Colombia, por ejemplo, el valor agregado aumentaría en más de 550 millones de dólares, con una generación de más de 40 mil nuevos empleos. Y similar situación ocurriría con países como Estados Unidos o México, por su rol de proveedores de insumos para esos nuevos países exportadores anclados en la región.
Según ProColombia, a la fecha, de un universo de más de 700 inversionistas, se tienen identificadas 125 oportunidades de inversión, con una veintena de proyectos certificados que ascienden a USD 373 millones.
La radiografía de esta estrategia de relocalización, muestra que existe una alta heterogeneidad sectorial, en las que son proclives sin embargo la exportación farmacéutica (60 %), el sector moda (hasta un 57 %) y de equipos de comunicación hasta en un 54 %.
Cuatro países, Argentina, Brasil, Chile y Colombia, encabezarían para la región las importaciones de los productos químicos y farmacéuticos provenientes de China.
Según una investigación sobre efectos potenciales del nearshoring en latinoamérica realizada por el CESA (Colombia) y la Universidad Castilla la Mancha (España), su dinámica incidiría positivamente en aspectos como el empleo y mayores ganancias, aristas social y económica -respectivamente- de la sostenibilidad.
Y si bien la operación de relocalización, en particular la movida de algunas industrias del sudeste asiático hacia el vecindario lationamericano, subiría las emisiones de gases de efecto invernadero para la región (111 kilotoneladas de CO2 para Colombia) por esa mayor producción y plazas de trabajo, estas se reducirían en todo caso a escala mundial. Las emisiones generadas en este lado del mundo serían mucho menores que el descenso de emisiones en un país como China.
El evento, organizado por el CESA, el BID y Procolombia, se propuso a desarrollar el panorama de las cadenas globales de valor, y las acciones de multinacionales a partir del nearshoring como estrategia de negocios a causa de la coyuntura mundial.
Y es que el COVID-19 generó perturbaciones en todos los ámbitos, por lo que diversas industrias generaron disrupciones en sus operaciones. Y el comercio no fue la excepción, dada la vulnerabilidad y riesgos a los que quedó sometido el abastecimiento global de insumos y productos.
De hecho, según datos recopilados por McKinsey Global Institute, nueve de cada diez empresas (93 %) se vieron obligadas a hacer una planeación más resiliente de sus operaciones: incremento de inventarios (corto plazo), aumento de proveedores y regionalización de algunas de sus operaciones y la relocalización (mediano y largo plazo). De acuerdo con el docente del CESA y panelista Enrique Guilles, se estima que esas perturbaciones o choques, políticos, ambientales o de cualquier otra índole, y que impactan a las empresas globales, ocurren cada 3.7 años.
De allí que el asunto se haya convertido en una preocupación general y el nearshoring en una posibilidad para contrarrestarla.
En este sentido, “Colombia tiene el potencial de convertirse en una plataforma de producción y como hub de distribución logística para la región”, indicó la Presidenta de ProColombia, Flavia Santoro. Y añadió que las multinacionales están buscando proveeedores más cercanos a los consumidores.
Uno de los casos emblemáticos es el de la peruana Oben Group, fabricante de “películas” flexibles para el empaque de alimentos, y que tiene asiento en Colombia.
Oben ya tiene en funcionamiento en el país la línea de polipropileno biorientado (la más grande del mundo), con una proyección de capacidad anual de 100 mil toneladas de producción, que le brinda valor agregado a los empaques de alimentos y a la vez a quien produce los empaques de cara a la exportación a otros mercados.
“Tenemos medido y estudiado que en los países donde se instala una nueva línea de producción de este material, crece de manera importante los empaques más sofisticados, que al final del dia cumplen con su objetivo, que es el de preservar por más tiempo los alimentos”, afirmó su CEO y también participante en el panel, Jaime Ordóñez.
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