La apertura de las fronteras en varios países llevará de vuelta a los turistas a los principales polos del mundo. Comenzará entonces a reactivarse unas de las actividades más dañadas por la pandemia del coronavirus. Y de carambola, las aerolíneas empiezan a mirar con buenos ojos el futuro.
Tal vez el paso inicial, y más importante, sea la apertura de las fronteras internas de la Unión Europea este 15 de junio, lo cual permitirá que el primer grupo de vacacionistas alemanes llegue a las islas Baleares, un movimiento impensable dos meses atrás, y a pesar de que el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, advirtiera de que las fronteras no se abrirían hasta el próximo 21 de junio. Cuando la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, anunció el levantamiento de los controles limítrofes en el llamado viejo continente, muchas personas se abrieron a la posibilidad de volver a las zonas de playa para paliar, al aire libre y cerca del mar, el agotamiento de muchos meses de encierro.
Por otra parte, la funcionaria agregó que la CE propone levantar a partir del 1 de julio las restricciones a los viajes a la UE para los países cuya situación sanitaria es similar a la europea o mejor, y reconoció que "los viajes internacionales son clave para el turismo y los negocios, y para la reunificación de familiares y amigos".
Un golpe duro al empleo La aparición del coronavirus privó de empleo a más de 300 millones de personas en el mundo (al menos en el sector formal), según un informe de hace unas semanas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en tanto otras instituciones aseguran que la llamada industria sin humo perdió más de cien millones de puestos. En algunas naciones europeas la cifra de los parados como consecuencia de la pandemia, solo en el turismo, sobrepasa el millón de personas, entre ellas España, Francia e Italia, países en los cuales la industria del ocio tiene un peso fundamental en sus respectivas economías, por la cantidad de visitantes que reciben cada año y lo que ingresan sus arcas por esa vía.
Situaciones similares viven otras naciones europeas, algunas asiáticas, y muchas islas, sobre todo las del Caribe, que vieron como la llegada de los vacacionistas se detuvo de pronto, sin dejar otra opción que cerrar los hoteles y esperar a que los países abran sus fronteras para volver a las actividades.
Las aerolíneas al acecho La apertura de las fronteras y la reactivación de la actividad turística le dará vida también a las aerolíneas, otro de los sectores dañados seriamente por la pandemia que se desató a finales de diciembre en la ciudad china de Wuhan, y en toda la provincia de Hubei, y de ahí se diseminó por todo el mundo para dejar hasta el momento más de ocho millones de contagiados y cerca de medio millón de fallecidos. Con la mayoría de sus naves varadas y con excesivos gastos de mantenimiento y salarios, las compañías aéreas ven con muy buenos ojos la posibilidad de mover de nuevo pasajeros, aunque eso signifique que tengan que invertir en modificar el interior de sus aviones para garantizar la seguridad sanitaria durante el trayecto.
En fecha reciente, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) alertó sobre la posibilidad de quiebras masivas de aerolíneas si no se reanudan las operaciones a más tardar, y de forma paulatina, desde el mes de julio y vaticinó unas pérdidas de hasta 84 mil millones de dólares para el sector en el mundo.
Para la IATA, la recuperación será larga y demorará por lo menos cuatro años en volver a los niveles en los que se encontraba antes de que se desatara la pandemia del coronavirus, que llevó a una reducción del 95 por ciento en el movimiento de pasajeros en abril, por ejemplo, en el punto más crítico.
Al finalizar 2020, siempre según el referido organismo, el número de pasajeros se reducirá a la mitad de lo que se transportó en 2019, y con niveles aproximados a los de 2006. La recuperación del turismo y de las aerolíneas van de la mano, pero, primero, ambos sectores necesitan de la apertura de las fronteras del mundo y de la recuperación de la confianza de aquellos que sintieron menos el embate de la crisis y aún les quedó algún dinero para emprender un viaje turístico sin la incertidumbre de quedar varados por algún rebrote, como les sucedió a muchos cuando se desató la pandemia.
Por ahora, se trata solo de Europa, de algunos viajeros, pero en algún momento, si no ocurre una segunda oleada de coronavirus, los cielos del mundo volverán a llenarse de aviones y los balnearios y los sitios históricos de turistas, en una señal de recuperación que alcanzará las regiones de siempre.
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